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"Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella." (Efesios 5:25).
En medio de un mundo de cristianos confundidos que cuestionan el valor de la Iglesia, la disciplina de congregarse, es crucial recordar que para Cristo Jesús, la Iglesia no fue una idea secundaria, sino el centro de su misión redentora.
Muchos argumentan que las iglesias son una invención humana, ignorando que la práctica de congregarse tiene raíces profundas. La palabra hebrea para sinagoga, 'kejilá', significa 'congregación', y Jesús, como judío piadoso, participó activamente en la disciplina de congregarse. Él no solo se congregó fielmente, sino que también dio todo por la Iglesia, demostrando su amor y compromiso con ella.
La Iglesia no es un invento de los discípulos, es el cumplimiento del plan de Dios. Jesús no solo enseñó en sinagogas y en el Templo de Jerusalén, sino que también estableció las bases para una comunidad de fe que trascendería el tiempo y el espacio. La congregación no es un capricho, sino una necesidad espiritual. La Biblia lo advierte claramente: "No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca" (Hebreos 10:25).
Congregarse es el vínculo práctico que el Espíritu Santo utiliza para edificar la Iglesia. Cuando Jesús prometió el Espíritu Santo, ¿dónde estaban sus discípulos y seguidores? Ellos estaban "unánimes y juntos, esperando en un mismo lugar", según Hechos 1:14. Fue en ese contexto de unidad y comunión que el Espíritu descendió con poder, dando inicio y a la expansión de la Iglesia.
Hoy, la Iglesia Perseguida es un testimonio vivo de la vitalidad y la importancia de congregarse. En medio de la persecución, nuestros hermanos en el mundo se reúnen en secreto, arriesgando sus vidas, porque entienden que congregarse no es solo un mandato, sino una expresión de amor, unidad y pasión por Cristo. ¿Y por qué sería? A continuación, exploramos algunos versículos que revelan a Cristo dando todo por la congregación que forma su Iglesia, su cuerpo, del cual Él es la cabeza:
Cristo Jesús estaba comprometido con la congregación.
Lucas 4:16 (RVR1960) Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.
Juan 18:20 (RVR1960) Jesús le respondió: Yo públicamente he hablado al mundo; siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en oculto.
Mateo 16:18 (RVR1960) Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
Hechos 20:28 (RVR1960) Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.
Mateo 18:20 (RVR1960) Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Conclusión
La Iglesia es tanto divina como humana, es local como global y es visible como invisible. La Iglesia está edificada y apacentada por la propia sangre de Jesús.
Congregarse no es solo un mandato, sino una necesidad espiritual. Es en la comunidad de fe donde el Espíritu Santo obra, nos fortalece y nos une como un solo cuerpo en Cristo.
La Iglesia Perseguida es un recordatorio poderoso de que, incluso en medio de la adversidad, congregarse es vital. Por eso, como creyentes, debemos valorar y participar activamente en la vida de la Iglesia, porque es el cuerpo de Cristo, por el cual Él lo dio todo. "Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia", según Colosenses 1:18.