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El anhelo más profundo del ser humano es conocer a Dios. Si somos curiosos la Biblia nos ofrece declaraciones claras y profundas sobre quién es Dios. Las afirmaciones que comienzan con “Dios es…”, “Jehová es…” o “El Señor es…” abren ventanas al corazón de nuestro Creador, revelando no solo su esencia, sino también cómo se relaciona con nosotros. Este artículo pretende instarte a buscar conocer más de Dios utilizando tu Biblia. Haz tus estudios personales y descubre lo que Él tiene que decirte de sí mismo.
1. El Fundamento de su Ser: Su Carácter Esencial
Dios es la raíz de todo lo que existe. Su carácter define la realidad misma, y sus atributos son el cimiento de su trono.
En su esencia, Dios es amor (1 Jn 4:8). No solo ama; Él es la fuente de todo amor verdadero, un amor que da vida y propósito. De este amor brota su bondad, pues Dios es bueno (Nah 1:7), un faro constante en nuestra angustia. Su bondad se manifiesta en compasión: Dios es misericordioso y piadoso (Sal 103:8), siempre dispuesto a perdonar y restaurar.
Trasciende lo físico, pues Dios es Espíritu (Jn 4:24), eterno y omnipresente, digno de adoración en espíritu y verdad. En Él no hay sombra de maldad, porque Dios es luz (1 Jn 1:5), la verdad absoluta que disipa toda oscuridad. Su justicia es impecable: Dios es recto (Sal 92:15) y juez justo (Sal 7:11), gobernando con equidad perfecta. Podemos confiar en Él porque Dios es fiel (Dt 7:9), Su palabra nunca falla. Él es el Dios verdadero (Jer 10:10), opuesto a los ídolos falsos. Sobre todo, Dios es santo (Lev 11:44), su pureza absoluta inspira reverencia y nos llama a acercarnos con humildad.
2. Su Presencia en nuestra Vida: Protección y Sustento
Dios no es un espectador distante; se inclina hacia nosotros, ofreciendo refugio y cuidado personal.
En la confusión, Jehová es mi pastor (Sal 23:1), guiándonos y proveyendo todo lo necesario. En nuestra debilidad, Dios es mi ayudador (Sal 54:4), nuestra fuerza en la lucha. En el miedo y la incertidumbre, Jehová es mi luz y mi salvación (Sal 27:1), disipando temores y trayendo liberación. Cuando las tormentas sacuden nuestro mundo, Dios es nuestro amparo y fortaleza (Sal 46:1), un refugio inquebrantable. Esta seguridad es eterna, pues el eterno Dios es tu refugio (Dt 33:27). Dios no solo reina desde lo alto; camina con nosotros, ofreciendo consuelo y protección.
3. Su Gobierno sobre Todo: Soberanía y Poder
Dios es el Rey soberano cuyo poder no tiene igual. Su autoridad abarca toda la creación.
Él es Jehová, varón de guerra (Éx 15:3), luchando por su pueblo contra la injusticia. Su reinado es universal: Dios es el Rey de toda la tierra (Sal 47:7). Su poder es santo y transformador, por eso Jehová es celoso y vengador (Nah 1:2) pues nuestro Dios es fuego consumidor (Heb 12:29), purificando y juzgando con rectitud. Este Dios majestuoso no solo gobierna, sino que redime, invitándonos a confiar en su soberanía.
4. La Verdad Absoluta: Su Unicidad
En un mundo de relativismos, la Biblia proclama una verdad inamovible: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es (Dt 6:4). No hay otro Dios y no existe una realidad alternativa a él, Él es la verdad; por eso su unicidad es la base de toda realidad y contexto. Su amor, justicia y santidad fluyen de esta verdad singular, ofreciendo un fundamento sólido para la vida y la fe.
5. Dios también es Visible
Conocer a Dios no sólo es conocimiento, se completa en la acción. La fe se hace tangible cuando servimos a otros, reflejando el corazón de Dios.
Jesús nos dio la Regla de Oro:
Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas. (Mt 7:12)
Este principio resume la ética divina: tratar a otros con el amor que deseamos recibir.
La parábola del Juicio Final lo ilustra con claridad en Mateo 25:35-40:
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis.
Aquí, Cristo se identifica con los necesitados. Cada acto de bondad—alimentar, acoger, visitar—es un encuentro con Él. Este principio se refuerza en Hebreos 13:2: No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. Cada persona es una oportunidad sagrada para reflejar el amor de Dios.
Servir al prójimo es un privilegio que nos conecta con el corazón de Cristo. La fe viva se expresa en actos de amor que transforman el mundo, haciendo visible el Reino de Dios.
Conclusión
Dios es amor, luz, justicia y santidad; es nuestro pastor, refugio y Rey. Pero más allá de sus atributos, Él nos invita a conocerle a través de su Palabra y del servicio a los demás. Cada acto de amor es un paso hacia su corazón, un reflejo de su carácter en nosotros. Que este viaje nos lleve a adorarle con reverencia y a vivir su amor de manera tangible, siendo luz en un mundo que anhela esperanza y con sed de testimonios auténticos de nuestra fe.
Romanos 12:18 Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.