Los Dos Árboles en el Centro del Edén

El Centro del Edén, Eva y Adán, Obediencia, Distracciones de Satanás
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¿Por qué será que estamos tan inclinados a malinterpretar las cosas? Esta tendencia humana no es nueva. Desde el principio, Dios ha establecido límites claros para cuidarnos de nosotros mismos, pero tanto nosotros como nuestro enemigo aprovechamos cualquier oportunidad para cuestionar esos límites.

El jardín del Edén nos ofrece un ejemplo perfecto de esta realidad. La mayoría de nosotros conocemos la historia: Adán y Eva desobedecieron a Dios al comer del árbol prohibido. Sin embargo, hay un detalle que frecuentemente pasamos por alto y que revela la astucia del enemigo: no era un árbol, sino dos árboles en el centro del paraíso.


La distracción perfecta

Génesis 2:9 nos dice: "Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal".

La serpiente antigua, el Diablo, nuestro adversario, se las ingenió para que nos enfocáramos únicamente en el árbol del conocimiento del bien y del mal. Logró que toda nuestra atención se dirigiera hacia lo prohibido, mientras ignorábamos completamente el otro árbol que estaba justo ahí: el árbol de la vida.

Esta no fue casualidad. Fue una estrategia deliberada para robarnos algo mucho más valioso de lo que podríamos imaginar.


Lo que perdimos de vista

Mientras Eva contemplaba el fruto prohibido, pensando en la sabiduría que podría obtener, tenía al alcance de sus manos algo infinitamente más precioso: la vida eterna. El árbol de la vida no era una prohibición, era una provisión divina disponible para ellos.

Pero la tentación funcionó exactamente como el enemigo la diseñó. En lugar de ver lo que Dios había provisto generosamente, se enfocaron en lo único que Él había restringido.


El árbol que sí importaba

Después de la caída, Dios reveló el verdadero valor de lo que habían perdido. Génesis 3:22 registra sus palabras: "Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre".

¿Notaste ese "también"? Dios no estaba preocupado porque comieran nuevamente del árbol del conocimiento. Su preocupación era que en su estado caído accedieran al árbol de la vida. Por eso Génesis 3:24 nos dice: "Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto del Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida".

La expulsión del Edén no fue tanto un castigo como una protección. Dios estaba resguardando el acceso a la vida eterna hasta que hubiera una manera correcta de restaurarla.


Promesa Restaurada

Aquí es donde la historia se vuelve hermosa. Lo que se perdió en el Edén no se perdió para siempre. El árbol de la vida reaparece en las páginas finales de la Escritura, pero ahora con una promesa específica para quienes han sido redimidos.

Apocalipsis 2:7 declara: "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios".

Y en la descripción final de la nueva creación, Apocalipsis 22:2 nos revela: "En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones".


Derecho Restaurado

Apocalipsis 22:14 cierra el círculo de manera perfecta: "Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad".

¿Viste eso? "Derecho al árbol de la vida." Lo que Adán y Eva tenían libremente, lo que perdieron por enfocarse en lo prohibido en lugar de lo provisto, ahora es restaurado para quienes han sido lavados por la sangre del Cordero.


Lección para nosotros

El patrón no ha cambiado. El enemigo sigue usando la misma táctica: nos distrae con lo que no podemos o no debemos tener, para que perdamos de vista las abundantes provisiones que Dios ha puesto a nuestra disposición.

Cuántas veces nos enfocamos en lo que Dios nos prohíbe en lugar de regocijarnos en todo lo que nos ha dado. Cuántas veces permitimos que una restricción divina nos ciegue ante las mil bendiciones que tenemos al alcance.

Los dos árboles en el centro del Edén nos enseñan una verdad profunda: Dios siempre provee lo que necesitamos, pero el enemigo trabajará incansablemente para que miremos hacia otro lado. La sabiduría está en mantener nuestros ojos en las provisiones de Dios, no en sus restricciones.

Después de todo, sus límites no son para privarnos, sino para preservarnos para algo mejor. Y ese algo mejor incluye, literalmente, la vida eterna.
Roger Casco

Pastor evangélico dedicado a plantar iglesias, formar discípulos y compartir el Evangelio con claridad. Autor del libro Su NOMBRE: ¿Jesús o Yeshúa?, considerado una joya de erudición apologética sobre los errores del Movimiento Judaizante. Apasionado por las Escrituras, cuenta con estudios en hebreo y griego bíblicos, teología, religiones y sectas. Su peregrinaje a Israel en 2008 fortaleció su comprensión de las profecías bíblicas. Casado, padre de dos hijos y disfruta jugar ajedrez.emailexternal-link

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