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Devocional Diario: Biblia para Vivir
1 Corintios 10:31 (RVR60) Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
La vida con propósito de un creyente tiene una constante batalla espiritual: vivir para que toda la gloria sea de Dios. Esta es la verdad que debemos defender cada día, pues el adversario y nuestra naturaleza caída buscan continuamente robar ese honor, desviando su confianza hacia nuestras propias fuerzas y recursos.
Este conflicto se expone de forma magistral en el censo de David, lo cual nos lleva a la pregunta: ¿quién incitó a David a realizar el censo: Dios o Satanás? La Escritura presenta una tensión: por un lado, 2 Samuel 24:1 establece que "Volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Ve, haz un censo de Israel y de Judá". Y por otro lado, 1 Crónicas 21:1 revela que fue "Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel."
Estos versículos, lejos de contradecirse, muestran el campo de batalla. La razón era que Israel se sentía incómodo con ir a la guerra debido a que los ejércitos contrarios eran grandes y temían perder. Usted sabe que la orden de Dios debe cumplirse, pues con pocos o muchos, la victoria es del SEÑOR. Sin embargo, la vacilación abrió una puerta.
El enemigo aprovechó este contexto de temor e inseguridad para incitar a David a contar a sus guerreros. El censo (mencionado en 2 Samuel 24:9 y 1 Crónicas 21:5), era un acto de organización y se convirtió en una trampa de orgullo y soberbia. Al realizar el conteo y mirar el ejército numeroso y valiente, David y el pueblo dejaron de confiar en la omnipotencia del Señor y se llenaron de una paz engañosa que provenía de la magnitud de sus propias fuerzas para ir a la guerra. El propósito se perdió: la gloria ya no es de Dios sino de la capacidad del ejército.
Hoy, enfrentamos la misma disyuntiva. Usted es diligente, responsable y perfeccionista en lo que hace, recuerde ser humilde y dar la gloria a Él. La verdad es que Él le ha brindado su misericordia para despertar y le ha dado esos dones, talentos y conocimientos adquiridos para poder hacerlo.
¿Está usted contando sus capacidades o recursos para garantizar el resultado? ¿Sí estamos robando la gloria a Dios ahora es mía o del enemigo?
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Oremos: Dios y Padre Nuestro, en el nombre de Jesús, te ruego que me libres de la batalla espiritual del orgullo y la soberbia. Usted es mi Jehová Sabaot (Señor de los Ejércitos), y Usted es suficiente. No permita que el enemigo incida en mi corazón para que yo confíe en mis propias fuerzas y recursos. Me arrepiento de las veces que he robado tu gloria y te pido que me mantengas enfocado en tu propósito. Ayúdame a vivir para que todo lo que haga sea para tu gloria. Amén.
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