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Devocional Diario – Biblia para vivir
Job 33:14-18 (RVR1960) Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; Pero el hombre no entiende. Por sueño, en visión nocturna, cuando el sueño cae sobre los hombres, cuando se adormecen sobre el lecho, entonces revela al oído de los hombres, y les señala su consejo, para quitar al hombre de su obra, y apartar del varón la soberbia. Detendrá su alma del sepulcro, y su vida de que perezca a espada.
Eliú, uno de los amigos de Job, pronuncia estas palabras revelando una verdad profunda: Dios nos habla constantemente, pero nosotros no entendemos. No es que Dios esté en silencio. No es que haya dejado de comunicarse con nosotros. El problema es que nuestros oídos están cerrados y nuestros corazones distraídos.
Dios habla "en una o en dos maneras", dice el texto. A veces por sueños, a veces por visiones, otras por circunstancias, a través de su Palabra, o por medio de otras personas. Él usa diferentes métodos porque conoce nuestra naturaleza. Sabe que somos lentos para entender y que necesitamos que nos repita el mensaje de formas distintas.
¿Qué le está diciendo Dios y usted sigue sin entender?
Tal vez ha estado orando por una respuesta y Dios ya se la dio, pero no la reconoció. Ese "no" en esa oportunidad laboral era Dios. Esa situación incómoda puede ser Dios cuidándolo para algo mejor. Esa corrección que recibió puede ser Dios apartándolo de la soberbia.
A menudo esperamos que Dios nos hable como una voz audible desde el cielo, pero Él prefiere comunicarse de maneras más sutiles. Habla a través de la paz que sentimos cuando tomamos la decisión correcta. Habla por medio de las puertas que se abren o se cierran. Habla mediante la inquietud en nuestro espíritu cuando algo no está bien.
Dios nos habla para salvarnos de nosotros mismos. Para protegernos de nuestros propios planes cuando van en dirección equivocada. Para humillarnos cuando el orgullo nos está cegando.
¿Cómo podemos entender lo que Dios nos está diciendo?
Primero, tengamos un corazón quieto. En la quietud es donde mejor escuchamos su voz. Segundo, conozcamos su Palabra. Dios nunca nos dirá algo que contradiga lo que ya está escrito en la Biblia. Tercero, busquemos consejo sabio de personas que caminen con Dios. Y finalmente, prestemos atención a las circunstancias. Cuando Dios quiere decirnos algo importante, no lo dice una sola vez.
Hoy, antes de pedirle a Dios que le hable, pregúntese: ¿qué me ha estado diciendo que yo no he entendido? Porque la respuesta que busca, quizás ya la tiene.
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Oremos: Señor, perdóname por tener oídos sordos a tu voz. Ayúdame a ser sensible a las diferentes maneras en que me hablas. Que mi corazón esté quieto para escucharte y mi mente abierta para entenderte. Gracias porque hablas para protegerme y guiarme. En el nombre de Jesús, amén.
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