Génesis 13:9 (RVR1960) ¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí; si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si a la derecha, yo iré a la izquierda.
¿Por qué siempre queremos elegir primero?
Si has crecido en una familia numerosa, lo sabes bien: el que elige primero se lleva lo mejor. El que espera, se queda con lo sobrante, o peor aún, con nada. Es natural pensar así: si no eliges primero, pierdes.
Pero Dios nos revela, por medio de Abraham, que a veces es mejor perder para ganar.
Abraham amaba a Lot. Ambos eran ricos —la Palabra lo dice claramente— y sus rebaños habían crecido tanto que ya no cabían en la misma tierra. Sus trabajadores comenzaron a pelear, y los conflictos familiares no tardaron en surgir.
Frente al conflicto, Abraham tomó una decisión inesperada: dejó que Lot eligiera primero… por la paz.
Es probable que muchos hayan pensado que era un tonto. Quizá incluso Sara (su esposa) le habrá dicho: “¿Estás tonto, Abraham?”. Él tenía todo el derecho del mundo para elegir primero: era el patriarca, había sido bendecido por Dios, había llevado y ayudado a Lot a prosperar. Pero no usó esos derechos. Usó su fe.
Abraham era un hombre de paz. Un pacificador. Amaba a Lot, era su compañero de travesía, amigo y pariente. Y prefirió mantener la unidad por encima del beneficio personal.
¿Y usted? ¿Usted es como Abraham… o como Lot?
Dios nos llama hoy a buscar, seguir y procurar la paz con los demás en lo que dependa de nosotros. A convertirnos en los pacificadores que este mundo necesita.
Aunque nos llamen tontos. Aunque nos sintamos así.
- No siempre se gana ganando.
- Tener la razón en una discusión no siempre lleva a la paz.
- A veces, se gana sencillamente en silencio y haciendo nada.
- A veces, es mejor dejar que otros elijan primero.
Una lectura más profunda dándole seguimiento a los hechos de la decisión de Lot y Abraham, vemos como Dios respaldó a Abraham.
Mientras que, Lot, aunque aparentemente ganó, terminó perdiendo mucho. Escogió la mejor tierra, sí, pero también la más peligrosa: Sodoma. Un lugar de buenas tierras, pero lleno de corrupción, guerra, robos, idolatría y pecaminosidad.
Dios nunca avergonzará a un pacificador. Porque Él ama la paz, y ama a quienes la procuran.
¿Y usted? ¿Necesita soltar algo?
¿Dejar que otro elija primero?
¿Dejar de insistir en tener siempre la razón?
Hoy es el día para decidirlo.
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Oremos: Señor, danos un corazón como el de Abraham: de fe, de paz, dispuesto a soltar por amor. Ayúdanos a no aferrarnos a derechos, ni a luchar por espacios que no traen tu presencia. Enséñanos a priorizar la unidad sobre la victoria, la paz sobre la razón. Que seamos tus pacificadores en un mundo dividido. Te lo pedimos en el nombre que es sobre todo nombre, Cristo Jesús, amén.
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