Devocional Diario: Biblia para Vivir
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. — Salmo 42:1 (RVR1960)
Cuando un ciervo tiene sed intensa, emite un sonido llamado "bramido". Este no es un sonido cualquiera; es un grito profundo, desesperado, que expresa su necesidad vital de agua. Lo interesante es que este bramido ocurre especialmente cuando el ciervo está cerca de una corriente de agua, pero algo le impide acceder a ella completamente. Tal vez hay un depredador cerca, o el terreno es difícil, o el ciervo está débil y no puede llegar al agua. Aun así, sigue clamando, porque sabe que la solución a su sed está justo frente a él.
Esto me hizo pensar en nuestras propias vidas. ¿No nos pasa a veces lo mismo? Nuestra alma clama por algo más profundo, algo que solo Dios puede darnos. Pero muchas veces, aunque sabemos que Él está cerca, sentimos que algo nos impide experimentar su presencia plenamente. Puede ser el cansancio, las distracciones, el miedo, nuestro carácter o incluso nuestra incredulidad. Sin embargo, como ese ciervo, estamos llamados a clamar, a buscarlo con todo nuestro corazón, porque Él es la fuente que puede saciar nuestra sed más profunda.
El salmista lo entendió perfectamente cuando escribió: "Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía". Este versículo no solo describe un anhelo, una acción, sino también la necesidad de nuestra alma, ella 'clama'. Aunque usted no te acerques a Dios, pero su alma clama en silencio, no está conforme porque tiene sed del Dios Vivo.
Tú alma está sedienta de Dios y no puedes llenar ese vació sin Él. ¿Te sientes lejos de Dios? No ignores ese grito interior. Acércate a Él. Clama como el ciervo, con sinceridad, con necesidad y fe. Él quiere guiarte a las fuentes de agua viva.
Yo tengo sed ¿y usted?
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Oremos: Padre celestial, gracias porque Tú eres la fuente de agua viva que nunca se agota. Hoy reconozco que mi alma ha estado sedienta, buscando llenar vacíos con cosas que no pueden satisfacerme. Perdóname por ignorar tu presencia o por rendirme cuando las circunstancias parecen difíciles. Ayúdame a clamar por ti como el ciervo clama por las corrientes de las aguas. Renueva mi espíritu, lléname de tu paz y guíame a las fuentes de tu bendición. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
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