![]() |
Pixabay |
Devocional Diario: Biblia para vivir
(1 Reyes 17:13-14, NTV) Entonces el Señor le dijo por medio de Elías: «No tengas miedo, ve y haz lo que dijiste; pero primero hornea un poco de pan para mí y tráemelo. Luego puedes hornear para ti y para tu hijo. Pues el Señor, Dios de Israel, dice: “La jarra de harina nunca se vaciará, y la botella de aceite nunca se secará, ¡siempre habrá alimento para ti y para tu hijo hasta el día en que el Señor envíe lluvia y terminen estos tiempos de escasez!”.
Esta historia de la viuda de Sarepta es un claro recordatorio de que cuando le damos a Dios lo mejor de nosotros, Él se encarga de que nunca nos falte nada. Ella estaba en la peor situación: la escasez era total, y lo que tenía era apenas para un último pan. Pero, en lugar de aferrarse a ese poquito, decidió dárselo a Dios primero, a través de su profeta.
Quizás hoy te encuentras en una situación de escasez. Tal vez no sea de harina y aceite, sino de finanzas, de salud, de ánimo o de tiempo. Sientes que lo que tienes no es suficiente para salir adelante y que tu última esperanza se está agotando. El mundo te diría: "Guarda lo que te queda, no lo desperdicies". Pero Dios te dice: "Da lo mejor de ti, dame lo mejor que tengas, tu 'última harina y aceite', y confía en mí".
La viuda de Sarepta no actuó por lógica, sino por fe. Su acto de obediencia, en el peor de los momentos, abrió la puerta a una provisión ilimitada. La jarra de harina y la botella de aceite nunca se vaciaron.
Cuando entregamos a Dios lo mejor de nuestro corazón, nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestros recursos, no lo hacemos porque tengamos de sobra, sino porque confiamos en que Él es la fuente inagotable. Tu ofrenda es valiosa a los ojos de Dios, no por su tamaño, sino por el corazón que la entrega. Él no te dejará en necesidad.
Pregúntate: ¿Qué es esa “última harina y aceite” que hoy debo entregarle a Dios? ¿Es un tiempo que siento que no tengo? ¿Es un recurso que creo que es mi única seguridad? ¿Es un acto de servicio que parece insignificante? Dale a Él lo mejor y verás cómo su provisión nunca se agota.
---
Oremos: Señor, vengo a ti hoy y reconozco mi escasez. Tengo miedo de entregar lo poco que tengo, pero sé que en tus manos, lo poco se vuelve mucho. Te entrego mi “última harina y aceite” —mi tiempo, mis recursos, mi corazón. Ayúdame a confiar en tu provisión ilimitada y a recordar que tu fidelidad es más grande que cualquier escasez. Gracias por ser mi fuente. Amén.
Temas:
Devocional