Devocional Diario: Biblia para Vivir
Entonces Josué habló al SEÑOR... y dijo delante de los hijos de Israel: Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo, y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. — Josué 10:12-13 (RVR1960)
Imagina por un momento la escena: Josué y su ejército estaban en medio de una batalla épica contra cinco reyes poderosos. Gracias a la intervención milagrosa de Dios, los israelitas habían logrado grandes avances. Sin embargo, había un problema: el día estaba llegando a su fin, y el tiempo no les alcanzaba para completar la victoria. El enemigo aún no había sido derrotado por completo.
Fue entonces cuando Josué hizo algo extraordinario: pidió lo imposible. Frente a todo su ejército, clamó al cielo y ordenó que el sol y la luna se detuvieran. ¿Puedes imaginar la audacia de esa oración? Pero lo más sorprendente no fue la petición de Josué, sino la respuesta de Dios. El sol y la luna se detuvieron, extendiendo el día para que el pueblo de Dios pudiera cumplir su misión. Según algunos estudios científicos, esto implica que toda la creación —la tierra, el cosmos entero— tuvo que ajustarse para cumplir esa petición.
Este evento no solo demuestra el poder absoluto de Dios sobre la naturaleza, sino también su disposición de actuar en favor de su pueblo. Dios no estaba interesado simplemente en ganar una batalla; Él estaba mostrando su amor, respaldando a Josué y demostrando que está dispuesto a mover cielo y tierra (literalmente) por aquellos que confían en Él.
Lo más profundo de esta historia es la relación que Josué tenía con Dios. Fíjate cómo oró con audacia, como si estuviera dando una orden. Esto no significa que Josué era arrogante, sino que tenía una conexión tan cercana con Dios que sabía que podía pedir cosas extraordinarias. Y Dios respondió, no porque Josué fuera perfecto, sino porque quería mostrar que lo respaldaba y era su amigo.
Hoy te invito a reflexionar: ¿Cuántas veces hemos limitado nuestras peticiones a Dios porque pensamos que son demasiado grandes o imposibles? Josué nos enseña que cuando estamos alineados con la voluntad de Dios, no hay nada que Él no pueda hacer. Si necesitas una intervención milagrosa en tu vida, no temas pedirla. Puedes ser específico: si necesitas sanidad, provisión, dirección o incluso que se abran puertas para tus sueños, Dios quiere escuchar cada detalle. Él no solo tiene el poder para detener el sol y la luna, sino también para cambiar tu situación actual.
Más importante aún, recuerda que Dios no hace milagros solo para impresionarnos, sino para acercarnos a Él. Cada intervención divina es una invitación a confiar más, a depender más y a relacionarnos más íntimamente con Él. No temas soñar grandes cosas con Dios, porque Él es grande y capaz de superar nuestras expectativas.
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Oremos: Padre celestial, gracias porque tú eres el Dios todopoderoso, quien tiene control absoluto sobre toda la creación. Hoy reconozco que no hay nada imposible para ti. Ayúdame a orar con fe y audacia, sabiendo que tú siempre escuchas y respondes según tu perfecta voluntad. Perdóname por las veces que he dudado de tu poder o he limitado mis peticiones por pensar que son demasiado grandes para ti. Señor, hoy traigo ante ti mis necesidades específicas: [aquí puedes mencionar tus peticiones]. Guíame a confiar más en ti y a experimentar tu presencia transformadora en cada área de mi vida. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
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